¿Crees que tu único poder para cambiar las cosas es meter un papelito en una urna cada cuatro años? ¿Te pasas el día quejándote de los políticos, de la economía, de la crisis… esperando que alguien venga a salvarte?
Hay gente que cree que no vota lo suficiente. A mí, personalmente, que me llamen a las urnas cada cuatro años me parece suficiente, y hasta excesivo. Sobre todo, porque con la ley electoral que tenemos, el caso que nos hacen está entre cero y ninguno. Y eso sin contar las elecciones europeas, que ahí ya pintamos menos que Algarrobo en Melrose Place.
Pero, ¿y si te dijera que puedes votar de verdad? No cada cuatro años. Ni cada año. Ni cada mes. Ni siquiera cada día. Puedes votar varias veces al día.
Y no, no te estoy hablando de ninguna trama de corrupción ni de rellenar papeletas a escondidas. Te hablo del voto que de verdad importa, el que se refleja directamente en tu vida diaria, el que te permite actuar en tu área de influencia en vez de frustrarte en tu área de interés.
Te hablo del poder que tienes en tu bolsillo y que es mucho mayor del que jamás tendrás en una cabina electoral.
Sí, has leído bien. Cada moneda, cada billete, cada transacción que haces con tu tarjeta es un voto. Un voto REAL. Un voto con consecuencias inmediatas.
Mientras los políticos se llenan la boca de promesas vacías, tú, con tus decisiones de compra diarias, estás construyendo el mundo en el que vives. Eres más poderoso de lo que crees. Y es hora de que empieces a usar ese poder. Es hora de votar con la cartera.
La Gran Mentira del Poder (y cómo nos la han colado)
Nos han vendido una moto averiada. Nos han hecho creer que nuestro poder como ciudadanos se limita a meter un papelito en una urna de vez en cuando. Quejarnos en el bar, discutir en Twitter sobre «los míos» y «los tuyos» y esperar, como borregos, a que un político con traje y sonrisa de teletienda venga a salvarnos.
No en vano en España tenemos más políticos por cada mil habitantes que en el resto de Europa o en Estados Unidos. Administraciones triplicadas de ámbito estatal, provincial y local, para que luego se tiren la pelota unos a otros y, al final, resuelvan lo mismo. Poco o nada. Algo que deberíamos hacernos mirar.
Mientras tanto, el verdadero poder, el que moldea el mundo, se nos escapa entre los dedos.
Ya sabes que soy totalmente apolítico, y si no lo sabías, pues ya lo sabes. Además, no se tú, pero yo ya tengo bastantes dramas en mi vida como para buscar más de forma activa. Es decir, lo malo vende. Lo bueno, no tanto. Solo tienes que ver las noticias de un día cualquiera, reciente o de hace 50 años.
Da lo mismo. Siempre es igual. Solo verás buenas noticias en verano, y no se muy bien si es porque los que encuentran las malas están de vacaciones o porque los becarios idealistas han tomado el control y creen que van a cambiar algo.
Si no es en verano, si ves que a alguien le ha pasado algo bueno es porque un poco más tarde te cuentan como lo perdió. Y lo peor de todo es que es lo que va a funcionar. Será que al introducir a alguien que le va peor que a nosotros, nos sentimos mejor. Aunque no le conozcamos.
Por eso, hace años que decidí ponerme con mi dieta hipoinformativa: no veo la televisión, no leo periódicos… Yo elijo lo que quiero ver y escuchar. Y desde entonces, vivo muchísimo mejor.
¿Por qué? Porque me di cuenta de que el ruido mediático es una distracción. Una forma de mantenernos ocupados peleando por migajas, mientras otros se llevan el pastel entero, de hacernos creer que el poder está en manos de otros, cuando en realidad, siempre ha estado en las nuestras.
La gente pide elecciones pensando que así deciden algo. Pero el verdadero cambio no está en las urnas. Está en tu supermercado, en tu compañía de teléfono, en el banco donde guardas tu dinero.
El Voto que Emites Cada Día (aunque no te des cuenta)
Cada vez que sacas la cartera, estás votando. Cada moneda, cada billete, cada vez que acercas la tarjeta al datáfono es un voto con consecuencias inmediatas.
Cada vez que eliges un producto, un servicio o una empresa, estás emitiendo un voto. Estás diciendo: «Apoyo esto. Quiero que esto siga existiendo y creciendo». Y obviamente, cuando cambias de proveedor, por ponerte un ejemplo estás votando para que el antiguo deje de existir.
Parece una tontería, pero piensa en ello. Es la suma de esos pequeños votos diarios lo que construye la realidad.
- ¿Pagas por una plataforma de streaming que te inunda de contenido basura y propaganda woke? Estás votando para que se produzca más de lo mismo. Estás financiando su agenda.
- ¿Llenas el carro en una gran superficie que importa productos de fuera, hunde al agricultor local y trata a sus empleados como a ganado? Estás votando por ese modelo de negocio.
- ¿Mantienes tu dinero en un banco que te fríe a comisiones, no te da ni un céntimo de rentabilidad y financia industrias con las que no estás de acuerdo? Estás votando para que ese banco siga forrándose a tu costa y en contra de tu propia ética.
Pero ojo, que tampoco es tema de tener mentalidad de tronista, no vamos a pagar más porque si. Habrá cosas por las que podamos pagar más caro que otras opciones y cosas por las que ni de coña.
Te pongo mi ejemplo personal. Vivo en mitad del campo y durante años sufrí una conexión a internet que parecía movida por un hámster con asma. Era la única opción, así que tragaba. Estaba deseando que hubiera una opción, aunque hubiera sido más cara, que me hubiera ofrecido fibra óptica de verdad o una conexión por 5g o satélite en condiciones. Créeme, probé de todo.
Por desgracia, en el entorno rural estamos atados en este sentido, pero creo que me he explicado.
Con cada euro, estás financiando el mundo que quieres ver. O el que no quieres.
¿Por Qué Nos Cuesta Tanto Usar Nuestro Poder? ¿Por Qué Renunciamos a él?
La mayoría votamos con el piloto automático. Lo hacemos por costumbre, por pereza, por inercia o porque «es lo que hay».
- La inercia del banco de toda la vida: «Es el banco de mis padres, me da pereza cambiar…». Y mientras, te sangran 30 euros al trimestre por «mantenimiento».
- La comodidad del supermercado de siempre: «Pilla de camino y tienen de todo…». Y mientras, compras tomates sin sabor que vienen de la otra punta del mundo.
- La pereza de revisar las facturas: «Total, por unos euros de más en la factura del móvil…». Y mientras, financias un servicio de atención al cliente que te trata como si fueras idiota.
Pagamos por servicios que no nos interesan, compramos productos que no necesitamos y mantenemos relaciones comerciales con empresas que nos maltratan. ¿Por qué? Porque cambiar requiere un esfuerzo. Requiere tomar conciencia.
Y es más fácil quejarse del gobierno en la barra del bar que dedicar una tarde a comparar compañías de seguros. Pero te aseguro que lo segundo tiene un impacto infinitamente mayor en tu vida (y en la sociedad).
Cómo Empezar a Votar con tu Dinero HOY MISMO (El Plan de Ataque)
No tienes que quemar contenedores, montar una comuna hippie o empezar a montar tu bunker preper edition y a recoger agua de lluvia. Solo tienes que empezar a tomar decisiones más conscientes. Aquí tienes tu plan de ataque:
- Audita tus Gastos (El Momento de la Verdad): Coge tu plantilla de Notion o los extractos de tu banco. Mira en qué coño se te va la pasta cada mes. Sin excusas. Sé brutalmente honesto.
- Pregúntate: «¿Esto me representa?»: Mira cada gasto (la luz, el teléfono, el seguro, el supermercado) y pregúntate si esa empresa, producto o servicio está alineado con tus valores, como persona y como consumidor. ¿Te tratan bien? ¿Te ofrecen un buen producto a un precio justo? ¿O te sientes como si te estuvieran tomando el pelo? ¿Estás pagando por algo que realmente te aporta valor o es simple inercia?
- Busca Alternativas (El Mercado es Enorme): Para casi todo, hay una alternativa mejor. Un banco online sin comisiones. Una compañía eléctrica que no te cambia las tarifas cada dos por tres. Una tienda de barrio que vende productos de calidad… Solo hay que buscarlas.
- Ejecuta el Voto (El Cambio): Sí, da pereza llamar para darte de baja o abrir una cuenta nueva (estoy deseando que las IAs lo hagan por nosotros). Pero una vez que lo haces, la sensación de poder y control es brutal. Cada vez que cancelas un servicio que te maltrata y contratas uno que te valora (o al que tu valoras), estás usando tu poder. Estás votando.
En Resumen… El Efecto Mariposa de tu Cartera: No Subestimes tu Voto
«Lo que yo haga solo no va a cambiar nada». Esa es la nana que nos cantan para que sigamos dormidos. Es la excusa perfecta para no hacer nada. Pero es mentira.
Si tú decides cambiar de banco, el tuyo no se va a hundir, es cierto. Pero si 50 personas de tu entorno hacen lo mismo, el director de esa sucursal empezará a tener reuniones incómodas. Y si lo hacen 5.000, o se ponen las pilas y mejoran sus condiciones, o tendrán un problema muy serio.
El dinero te da más poder del que te crees, solo hay que usarlo correctamente. Es una filosofía para garantizar aquello en lo que tu pongas tu prioridad, ya sean los derechos humanos, el medio ambiente o forrarte en contra de lo que sea. Esa ya es tu decisión. Yo ahí no me meto.
Pero tendrás más poder real y más participación real que apoyando la campaña de cualquier partido político y podrás influir en potenciar aquello en lo que tu creas.
¿Lo habías pensado? Tu dinero tiene un poder inmenso. No lo regales. No lo malgastes. Úsalo de forma coherente con la vida que quieres vivir.
La suma de nuestras decisiones individuales crea la realidad que vivimos. Si estamos en una crisis, es porque, entre todos, hemos tomado decisiones que nos han llevado hasta aquí.
Deja de esperar que otros solucionen tus problemas. El poder para cambiar las cosas no está en un parlamento lejano que se reúne de vez en cuando.
Lo tienes tú.
En tu bolsillo.
Cada día.
Empieza a votar.