Formamos parte de los actuales parias de la sociedad, odiados por todos. ¡Malvados especuladores!

Seguro que escuchas hablar de nosotros constantemente en las noticias entre “mercado”, “rescate” o debates económicos de señores extraños, que intentan llevar la economía a pie de calle, banalizando cualquier titular financiero que se preste. Esto nos hace pensar que el mundo de la especulación debe ser de todo, menos bueno.

Cualquier bien con el que se gane dinero será un activo en el mercado. Y si está en el mercado se podrá especular. Y no tiene a priori nada de malo. El mercado posibilita que haya un negocio, y esto posibilita que se construyan viviendas. Aporta liquidez.

Para que tú puedas comprar, necesitas que alguien venda y a la inversa. Cada vez que compras acciones, muy probablemente se las estés comprando a un especulador. Y cada vez que las vendes, probablemente se las vendas a un especulador.

Si no fuese así, podrías tardar días, semanas o meses en vender o comprar. Un activo más líquido, es también más valioso. Pero para poder hablar con propiedad sobre ello, debemos tener una definición clara y literal (alejada de sentimientos informativos).

¿Qué significa ser especulador?

“Se dice de quien se aprovecha de la compra y venta de bienes, con el único propósito de beneficiarse con sus variaciones de precio en el mercado.”

Y yo me pregunto: ¿Tan malo es especular?

Todo el mundo ha especulado alguna vez. Desde tu frutero, que compra el género más barato, para posteriormente vendértelo más caro, el productor que almacena el producto durante un tiempo para que aumente la demanda (y, por lo tanto, el precio), hasta tu mismo al comprar la lotería de navidad, esperando que la suerte te haga ganar millones por tan solo unos euros (¡eso sí que sería un buen movimiento especulativo!).

Porque, ¿qué se busca con esas acciones? La ansiada ¡plusvalía! Pero seguro que nos cuesta pensar en nuestro humilde frutero, trabajador toda su vida, como un Maquiavelo de las finanzas, pensando como exprimir nuestro bolsillo.

Al igual que el vendedor de frutas, el especulador es un comerciante, solo que, mientras el primero intenta “surfear” entre clientas ávidas en el arte del regateo de precios, el otro espera el momento adecuado para “subirse a una ola” con una cierta tendencia, que le haga ganar.

En definitiva y dejándonos atrás los símiles, lo que buscan ambos es la rentabilidad en sus transacciones de compra y venta, así de simple y complicado a la vez. Todos nos hemos acercado a la bolsa con esta idea. ¿Has visto lo que ha pasado con Bitcoin y otras criptomonedas?

Se especula a diario y constantemente además. A la hora de comprar el pan, a la hora de depositar/traspasar tu dinero a un banco que te da un 1,25% en lugar de un 1%, a la hora de buscar la gasolinera más barata, al negociar cualquier préstamo, salario, etc. Eso estrictamente también es especulación. Hacerlo en los mercados, sin embargo, te convierte en un ser diabólico…

El trading se puede resumir en: Libertad, potencial de ganancia y control. Libertad, tanto personal como financiera. Tú eliges cómo, cuándo y dónde, nadie te controla tus horarios, ni decide tus vacaciones. Tienes el control de tu negocio, no debes estar preocupado de que otros sean eficientes ni que, a finales de mes, el Estado quiera cobrar su parte, como un buen empleado más.

El gran potencial de ganancias que se puede obtener en las operaciones, hace que este mundo tenga un atractivo irresistible. Ahora tu pregunta es, entonces, ¿por qué no hay más gente dedicada al trading? (seguro que ahora piensas que tu frutero se equivocó decidiendo especular con el precio de las manzanas).

Invertir y especular no es lo mismo. La inversión es aburrida y segura; la especulación es divertida y peligrosa. Aprende a diferenciar ambos conceptos y céntrate en ejecutar el primero.

El origen de la demonización de la palabra especulación, se debe a que, automáticamente la asociamos en nuestra mente a la mala praxis financiera realizada por los grandes capitales. Estos aprovechan su gran cuota de mercado, para determinar con sus movimientos la tendencia de los mismos. Es decir, realizan las acciones necesarias para aprovecharse de las fluctuaciones.

¿Pero en qué se parecen los grandes holdings a los pequeños especuladores? EN NADA… Es cómo una especie de batalla en la que unos (pequeños especuladores) se pelean a palos contra una serie de flota de tanques armados (holdings). ¿Entonces, para que pelear?

El 90% de los traders son perdedores, y claro, de ellos se aprovecha el 10% de los restantes (échale un vistazo a la regla 90-10), por eso para los ganadores es tan rentable. Si en un momento anterior, estabas imaginándote en alguna isla perdida con un cesto de frutas exóticas al lado de tu portátil escupiendo dinero, o haciendo una salida de tu empresa espectacular a lo Tom Cruise en “Jerry Macguire”, ha sido escuchar solo el 10%, y te has metido una buena leche contra la realidad.

Bien, por lo que veo no he progresado nada en mi reflexión, has pasado de odiar a los especuladores, a odiarlos incluso más, por estar ¡comiéndose tus frutas! Pero alegra esa cara, para poder llegar a la isla, lo primero es comenzar a nadar. Muchos se ahogarán en el camino. Incluso puede que veas pasar a los Holdings montados en sus barcos seguir hacia adelante, pero si vas dejando peso atrás (miedos, errores…), irás avanzando. Irás perfeccionando tu técnica, confiando en que llegarás… Hasta el día que empieces a vislumbrar una especie de cartel clavado en la arena:

¡BIENVENIDOS A LA FABULOSA ISLA DE LA ESPECULACIÓN!

Posdata: se han acabado las cestas de frutas debido a la actual demanda.

¡Malvados especuladores!

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