En los últimos años, la idea de una Renta Básica Universal (RBU) ha estado rondando por ahí, como ese amigo que siempre llega tarde a la fiesta. Esta propuesta, que promete ser la panacea de la protección social, ha generado un debate tan encendido en la ciudadanía como un partido de fútbol entre Real Madrid y Barça.
Pero, ¿qué diablos es la Renta Básica Universal? ¿Es realmente la RBU un golazo por la escuadra o un autogol en toda regla? Pues bien, es como el Tinder de la economía: promete una prestación o ingreso garantizado para todos, independientemente de si eres un gurú de las criptomonedas o un adicto a los memes de gatos, independientemente de tu situación laboral.
Surgen dudas a la hora de implementar la renta básica como el coste que puede suponer una renta incondicional y universal mensual para cubrir las necesidades de toda la población.
¿Quién asumiría esta asignación monetaria? ¿Iría a cargo de los presupuestos generales del estado? ¿Habría rentas mínimas, algún requisito, afectaría a la unidad familiar? Como ves, hay más dudas que en el final de Lost. Así que voy a intentar darte un poco de luz sobre el tema.
La Promesa de la Renta Básica Universal
¿Suena genial, no? Imagina mandar a paseo ese curro que te amarga y lanzarte a lo que de verdad te mola. La Renta Básica Universal es el sueño húmedo de los ninis hecho realidad. Aunque, seamos sinceros, si algo parece demasiado bueno para ser cierto, probablemente lo sea.
Es como esos anuncios que te prometen perder peso a base de donuts de chocolate rellenos. Huele a chamusquina. No lo sé Rick, parece falso…
En esta era en la que las IA’s “amenazan” con quedarse con nuestros trabajos, algunas personas, que no acaban de pillarlo, están más preocupados que el que pinta la armadura de Iron Man.
Yo soy muy fan de la Inteligencia artificial y, aunque es cierto que puede quedarse con algunos trabajos (hoy he visto un robot limpiando en un Carrefour, tipo roomba, pero tamaño industrial), la mayoría los transformará, al menos a corto plazo. Por lo que la realidad es que tenemos que cambiar, mejorar, no pedir una “paguita”.
Pero esta no es la única razón, aunque sí una de las más utilizadas de excusa. Ante esta realidad, la Renta Básica Universal aparece como un salvavidas, proporcionando una red de seguridad que garantiza un ingreso mínimo vital para todos.
Esta medida, además de aliviar la pobreza relativa y reducir la desigualdad, podría fomentar la creatividad y la innovación, permitiendo que las personas puedan dedicar tiempo a actividades que realmente disfrutan.
Mi miedo es justamente ese mismo, porque a muchos les gusta “vegetar” delante de la plataforma de streaming de moda y esta podría ser la salida fácil. Somos muy dados a que “papa estado” cuide de nosotros para no tener que hacerlo nosotros mismos. Bien gestionada, podría no estar tan mal, pero espera, que hay más.
Los defensores
En el valle de los unicornios tecnológicos, hay un mago llamado Sam Altman (uno de los padres y principal cabeza visible de OpenAi y ChatGPT) que ha sacado su varita para agitar el mundo con la RBU con su lector de iris que “regala” criptomonedas.
Este gurú de la IA, que ha hecho más match en Silicon Valley que Tinder en San Valentín, está poniendo sus fichas en el tablero de la Renta Básica Universal. Altman no solo ve la RBU como una solución al desempleo que la automatización podría generar, sino que también está experimentando con criptomonedas para hacer realidad este ingreso básico.
¿Será que quiere convertirnos a todos en hodlers de la libertad económica? Ojo, que con Altman en la jugada, la cosa se pone interesante.
Según Jaume Saura y otros defensores, es un paso adelante hacia una sociedad más justa y equitativa. Pero, ¿y si en lugar de avanzar, estamos dando un salto al vacío sin paracaídas?
Las CBDCs: El Lado Oscuro de la Fuerza Monetaria
Y aquí entran en escena las Monedas Digitales de Bancos Centrales (CBDCs) de las que te hablé el otro día, que suenan más a gadget de James Bond que a algo real. Pero no te equivoques, no son juguetitos de espías, sino el Gran Hermano financiero en potencia.
Las CBDCs podrían dar al gobierno el poder de decirte cómo gastar tu pasta. Te pueden decir que comprar, donde hacerlo y cuanta cantidad. Imagina que el Estado te dice: “Oye, puedes gastar esta cantidad en Netflix, pero solo puedes comprar donuts los martes”. ¡Menuda fiesta!
Pero eso no es todo. Las CBDCs también podrían ser la herramienta perfecta para implementar sistemas de puntuación social, al estilo de China. Sí, sí, como ese amigo que te da like en todas tus fotos de Instagram, pero en versión orwelliana.
Si te portas bien, ganas puntos; si te portas mal, te quitan puntos. Y así, poco a poco, te conviertes en el protagonista en la lista negra de tu propio reality show distópico digital. Y esto ya se está estudiando tanto en la vieja Europa como en el nuevo mundo.
La Pérdida de Libertades: ¿Vale la Pena el Precio?
Esto no es una paranoia, no es una teoría de la conspiración, es un hecho. Si has leído mi artículo sobre las CBDCs, sabrás que ya hay precedentes. China está a la vanguardia en este tema, y su yuan digital es una herramienta de control que hace que el Big Brother parezca un novato.
Así que, antes de lanzarte a los brazos de la RBU, pregúntate: ¿merece la pena sacrificar tu libertad y autonomía? Porque, al final del día, en el mundo del dinero, la información es poder. No apuestes todo a una carta.
Diversifica tus fuentes de ingresos y mantén tu libertad financiera sin depender completamente de papa Estado. No suele ser una buena opción.
En resumen…
La Renta Básica Universal se presenta como una respuesta moderna a los problemas de una economía que cambia a velocidad de vértigo, aunque aún es un plan piloto y se está legislando. Pero no olvides que la IA está aquí para quedarse, y negarlo es como ignorar que el sol sale cada mañana.
En resumen, la RBU puede ser como ese amor de verano: emocionante al principio, pero con riesgos ocultos (más duros que la suegra). Así que, antes de firmar el contrato, asegúrate de leer la letra pequeña. Y recuerda, la información es poder.
Por cierto, si alguien te ofrece adelgazar comiendo donuts de chocolate rellenos, corre en la dirección opuesta. ¡Tú puedes, máquina! 💪